Por Cristina Álvarez Rodríguez, ministra de Gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Este Día de la Mujer será una jornada de lucha muy particular para todas las mujeres trabajadoras de nuestro país porque se enmarca en los 40 años de democracia ininterrumpida, el período más largo de la historia argentina.
Las mujeres sabemos lo fundamental que es la democracia porque es lo que nos ha permitido la conquista y el ejercicio de nuestros derechos. Por eso, nuestra responsabilidad es cuidarla y fortalecerla todos los días.
En tiempos donde un poder fáctico amenaza al sistema democrático operando al margen de la legalidad con el único fin de eliminar física y políticamente a la actual Vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, es fundamental que alcemos nuestras voces en defensa de la democracia y el Estado de derecho.
¿Por qué decimos que quienes buscan eliminar por todos los medios a la Vicepresidenta están atentando contra la democracia? Porque Cristina es la mujer que en la actualidad mejor representa la lucha por la ampliación de derechos y el fortalecimiento democrático. Como lo hizo en sus 8 años de gobierno, donde alcanzamos el salario en dólares más alto de la región.
Cuando el 1 de septiembre de 2022 una organización de ultraderecha intentó asesinar a la vicepresidenta en la puerta de su domicilio, algo se quebró de aquel pacto democrático que nuestra sociedad había construido en 1983.
No es una interpretación de quienes nos sentimos representadas por su liderazgo. Lo mismo concluyó el informe realizado por el Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI) de la Organización de Estados Americanos, que calificó a dicho atentado como un intento de “femi-magnicidio”, y que sostuvo que “la democracia argentina se encuentra en vilo.”
El informe realizado por mujeres especialistas de la OEA detalla de manera muy clara los diversos hechos de violencia simbólica y mediática que durante años padeció la Vicepresidenta, pero lo más preocupante es que revela que, a seis meses de aquel atentado, la situación continúa exactamente igual debido a la inacción del Poder Judicial.
Mujeres valientes como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo nos enseñaron que sin justicia no hay reparación ni democracia posible. Siguiendo su ejemplo, hoy tenemos la responsabilidad de exigir justicia para que haya reparación y no gane la impunidad.
Si verdaderamente queremos avanzar hacia una Argentina justa e igualitaria, debemos reconstruir un nuevo orden democrático basado en la tolerancia y el respeto a la diferencia.
Sobre esta cuestión, las mujeres y diversidades tenemos mucho que aportar, porque a lo largo de la historia hemos luchado por la inclusión, la igualdad y el respeto al otro, es decir, por más y mejor democracia.
Lo demostramos cuando luchamos por el voto femenino; por la ley de Cupo; por el Matrimonio Igualitario; por la Identidad de Género; por la Paridad de Género; por la Interrupción Voluntaria del embarazo y la Ley de los 1000 Días; y por el Cupo Laboral Travesti Trans, entre otros.
Cada una de estas conquistas evidencia que las mujeres y diversidades somos parte de un movimiento democratizador. Hoy, que nos encontramos ante una democracia en riesgo, es necesario asumir el desafío de luchar para reconstruir un pacto democrático que termine con las violencias y la desigualdad.
Porque si estamos de acuerdo en que la democracia debe garantizar la justicia y la igualdad, ¿por qué toleramos con cierta indiferencia los atentados, las violencias y las grandes desigualdades que existen en nuestro país?
La democracia nos debe permitir convivir pacíficamente con nuestras diferencias mientras avanzamos en corregir los problemas que aún afectan a la mayoría.
Estoy convencida de que el feminismo popular es el camino para avanzar hacia una mejor democracia. Sin atentados, sin proscripciones y sin desigualdades. Porque mientras más feminista sea la democracia, más democrática será la Argentina.